La escritura ha sido desde siglos antes de Cristo, de la escritura cuneiforme y los jeroglíficos al pergamino y el nacimiento de la imprenta, la forma en que la humanidad ha contado sus historias, dejado huella de sus vidas y transmitido sus emociones, desarrollos, logros, relaciones, principios, costumbres y tradiciones, normas, etcétera y éstas por su cuenta, con soporte material de origen o sin él, han encontrado en el tiempo la forma de sobrevivir, reproducirse, comunicarse, traspasar fronteras y vencer al olvido con el que el tiempo castiga. Así lo hicieron los poemas de Homero, el poema de Gilgamesh, la primera gran novela Genji y hasta los evangelios.
Yo no tengo más oficio que el de contador de historias. Las que me gustan y viven en mi mente las estampo en letra o en imágenes, en verso o en prosa, a merced de un ordenador, con aceites sobre tela o mediante la fina línea de un estilógrafo sobre hilos de algodón entretejido y aunque no vivo de ello, –¡ojalá así fuera! –, son también las letras las que ponen el pan y la sal en la boca de los que amo, pues mi profesión de abogado, no es más que una versión con toga y birrete del oficio del scriba.
Como abogado, mi día a día, también consiste en hilar palabras y contar historias, la historia conveniente a los intereses del cliente, curiosa excepción donde el orden de los factores sí altera el producto, qué se escribe primero y qué después cambia una idea; una coma de más o un punto de menos intercambia derechos por obligaciones y se vuelve uno responsable de los porvenires fuera del azar, de aquellos personajes que no nacen de nuestra mente pero que sí empeñan sus dádivas para hacer valer su versión de los hechos.
La abogacía nos enseña a narrar, nos impone estructuras útiles, nos ilustra en el sabio principio de que la forma es fondo y nos hace practicar nuestro oficio de letristas con la correcta narración de los proemios, los hechos, los alegatos y las conclusiones o bien con los antecedentes y las cláusulas. ¿Qué tan distinto es eso a la introducción, el nudo, el clímax y el desenlace de un relato? Supongo que en estructura no lo es demasiado, sin embargo, la abogacía no nos da la imaginación para crear mundos, en la abogacía los hechos se nos dan, ya han sucedido y nosotros sólo debemos de acomodarlos según se requiera, mientras que la belleza de la literatura (al menos en la ficción y en la poesía) consiste en que los hechos, los personajes y los sentimientos surgen de la coherencia mente-corazón que habita en cada uno de nosotros, por lo que cada relato, cada verso y cada estrofa es único e irrepetible y puede ser escrito sólo por la pluma que lo vio nacer, pues son la expresión material del conjunto de vivencias, recuerdos, lecturas, convivencias, amores y dolores de quien escribe e hila las palabras que forman oraciones hasta lograr una historia que transmita.
Hay historias que sobreviven por un tiempo e historias que trascienden generaciones. En castellano, el ejemplo más acertado de esto es el Quijote de Cervantes que es la obra más leída de la literatura española y que tiene más de cuatro siglos de mantenerse vigente. La segunda obra más leída de la literatura española, según cuentan los que hacen de la estadística y los conteos su modus vivendi, es una obra nacida casi cuatrocientos años más tarde. Trescientos noventa y seis años después de la publicación original del caballero de la Mancha, en 2001, Carlos Ruíz Zafón, un Barcelonés, que hasta entonces sólo había publicado una obra considerada fuera de la literatura juvenil (Marina), publicó y regaló al mundo su obra más emblemática, que marcó el inicio de una saga fantástica e inolvidable, la del Cementerio de los Libros Olvidados.
La Sombra del Viento publicado en 2001 y que marca el inicio de la saga y no así el inicio cronológico del conjunto de historias que en ella se cuenta, es un libro icónico, afortunado, uno de esos garbanzos de libra que se convierten en atesoradas joyas por todos los lectores que tenemos la dicha de habernos perdido entre sus páginas. Vendió más de quince millones de ejemplares y se tradujo a treinta y seis idiomas. No creo que ninguna novela contemporánea en castellano haya logrado semejante proeza ni creo que sean muchos los autores que logren una segunda, tercera y cuarta parte que se encuentren a la altura de la obra primigenia.
La Sombra del Viento y en general la saga del Cementerio de los Libros Olvidados, es la puerta a un mundo gótico, de cruda realidad y mágica fantasía que retrata el amor maduro, el amor paternal, el empeño de amar, los sinsabores y las ironías de la vida, la risa del amigo, el dolor del amor perdido, las cicatrices de la guerra, la historia de una ciudad y sobre todo el amor y cuidado a los libros que tienen alma, el alma de quienes los escribieron y los leyeron y que nos recuerda que viviremos mientras se nos recuerde y que nos invita a nunca a olvidar nuestros sueños, pues nunca sabremos cuando los necesitaremos.
Este mes murió Ruíz Zafón víctima de un maldito cáncer y sí, “La madre naturaleza es una grandísima furcia”
Yo, me quedo con el anhelo de unas letras más nacidas de esa maravillosa pluma. Se nos quedan en el tintero cuatro o cinco relatos (considerando el ritmo de su escritura) de gozo garantizado que hubieran visto la luz si no hubiera llegado la prematura muerte. Sin embargo, celebro su vida, pues sin conocerle, advierto que el conjunto de sus recuerdos, sus amores, lecturas, vivencias, tertulias, amigos, risas y lágrimas fueron dichosos y bellos, pues dieron coherencia a su corazón y mente que de la mano de su talentosa pluma nos regalaron la herencia de su obra.
Sin duda La Sombra del Viento y el Cementerio de los Libros Olvidados serán parte de esas obras que trascienden las fronteras y vencen el olvido del tiempo. Siempre encontrarán a un lector que caerá enamorado de Don Fermín Romero de Torres, de los Sempere, de Julián Carax, Clara Barceló, Penélope Aldaya, entre tantos otros inolvidables personajes y será su dulzura tan vívida al cerrar el tomo que lo recomendarán a sus allegados y así ese increíble mundo de anhelos y el recuerdo de Carlos Ruíz Zafón vivirá por siempre.
Sigamos los que soñamos con el oficio de la buena pluma aprendiendo de los grandes y manteniendo los sueños despiertos, quizá algún día escribamos algunas líneas que sobrevivan.
Descanse en paz el maestro Ruíz Zafón (1964-2020)
Me encanto tu homenaje a Ruiz Zafon. Sigue persiguiendo tus suenos..te quiero. Hay muchos haya arriba orgullosos de tus logros.
Lindo homenaje, colega